14 dic 2010

Taller de verano 2011. Las canciones en el cuerpo

Mientras caminaba por el parque recordé este texto que nos acercara Cristina Remorini, alumna y compañera de camino un poco antes de irse para siempre de esta tierra.


Tolba Phanem (poeta africana)


En cierta tribu de África, cuando una mujer sabe que está embarazada se interna en la selva con otras mujeres de su comunidad. Rezan y meditan juntas hasta que surge del grupo una melodía hasta entonces desconocida para las integrantes. La memorizan y desde ese momento consideran que esa canción es propia del niño que nacerá. Saben que cada alma tiene una vibración propia, capaz de revelar su particularidad, unicidad y propósito.

De regreso, las mujeres caminan entonando la canción hasta que pueden cantarla en voz alta y, al llegar, se la enseñan a todos los demás.

Cuando el niño nace, la comunidad a coro le canta su canción a modo de recibimiento, acompañando su encuentro con la luz.

Cuando el niño comienza a ser instruido, el pueblo se junta y le canta su canción, celebrando su crecimiento y capacidad.

Cuando se inicia como un adulto de la tribu, la gente vuelve a reunirse en torno a él y le repite su canción, alegrándose de contar con él.

Cuando llegue su casamiento escuchará la canción en la voz de sus padres y hermanos, amigos y vecinos.

Si en algún momento de la vida comete un hecho antisocial o que pueda reprochársele, entre todos lo conducen al centro del poblado. Forman un círculo a su alrededor y le cantan su canción, porque no creen en el castigo para corregir conductas indeseables. Más bien piensan que el amor y el recuerdo de la verdadera identidad –contenida en la canción- harán que ya no tenga necesidad de hacer nada que pueda dañar a otros.

En el momento de dejar este mundo, la comunidad canta su canción cerca del lecho en que yace, para acompañar su viaje.

A partir de que lo hagas, tus amigos conocerán tu canción y te la cantarán en ocasiones importantes para ti. Te la recordarán si alguna vez te la olvidas. Nunca resultarán engañados por los errores que cometas y no te creerán si intentas mostrarles una imagen oscura de ti mismo.
Te asistirán recordándote tu propia belleza cuando te sientas feo/a. Recordándote que eres una totalidad cuando te sientas quebrado/a. Defendiendo tu inocencia cuando te sientas culpable y, sobre todo, volviendo tu mirada sobre los propósitos si te notan confundido/a.



“No necesito una garantía firmada para saber que la sangre de mis venas es de la tierra y sopla mi alma como el viento, refresca mi corazón como la lluvia y limpia mi mente como el humo del fuego sagrado."
Tolba Phanem - Mujer, Poeta, Africana. Defensora de los derechos civiles de las mujeres Africanas.

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